Dignificando las terapias alternativas
- gaiasaludnatural
- 11 jul 2016
- 3 Min. de lectura

Somos muchas las personas que intentamos ayudar a los demás de una forma “alternativa”; desde otro punto de vista, desde otras opciones ajenas a lo convencional, a lo académico y, a decir de algunos, a lo científico. Quizá esta última es la excusa favorita para no darle a nuestro trabajo el valor que le corresponde. Y es cierto que muchas terapias aún no han entrado en las facultades, y digo aún, porque a lo largo de estos años muchas ya lo ha hecho y lo siguen haciendo: acupuntura, naturopatía y, en los últimos meses, el Reiki.
Sea académica, o no, la terapia en cuestión no rebaja para nada el valor de una persona que la ejerce como profesional y, sobre todo, como trabajador. Digo esto porque en los últimos tiempos han proliferado grupos, al parecer, afines a determinadas filosofías, más o menos humanistas o religiosas que regalan literalmente el esfuerzo de estos profesionales. Ciertamente muchas personas buscando una salida laboral acuden a estos grupos para conseguir una clientela y se encuentran explotados como personas y profesionales, trabajando durante horas sin recibir otra cosa que la supuesta gratificación por su supuesta labor social.
Las labores sociales son siempre necesarias y resulta que quienes realmente las hacen son profesionales, en este caso académicos, que a parte de su trabajo, dignamente remunerado, (médicos, abogados,…) ayudan a personas que de verdad no tienen recursos. Pero estos grupos ni dan cobertura social ni económica a los profesionales alternativos, ni mucho menos tienen como “público” a personas con bajo o ningún nivel adquisitivo. En primer lugar porque estas personas con pocos recursos no tienen interés en las terapias alternativas y si lo hacen, constituyen un número irrelevante, y las que sí se interesan son personas con un nivel cultural medio-elevado y, por lo tanto, pertenecen a la llamada clase media.
El panorama entonces es el siguiente: grupos que no cotizan a la seguridad social, con un público o “clientela” con buenos recursos económicos que explotan a profesionales que solo desean salir adelante, y que creen ingenuamente que dejándose explotar en estos grupos podrán captar como clientes futuros a personas que, por lo que sea, están acostumbradas a infravalorar y no pagar por estas terapias (mientras no les produce “ningún espanto” pagar por cualquier otro servicio, dícese por ejemplo esteticien, dentista, etc). Por lo tanto el profesional acaba trabajando horas y horas sin seguros sociales y a cambio de una asignación ridícula, como si su humana necesidad de comer y tener una vida digna fuera algo vergonzoso e indigno.
Las nuevas terapias, sean académicas o no, tienen el mismo valor que un dentista, un abogado,… Las ejercen profesionales, personas humanas que viven de ello, que aportan un servicio a los demás y que, por tanto, como trabajadores, merecen recibir el pago justo y digno por su labor, no una limosna procedente de la “caridad” de estos grupos que enarbolando la bandera de la “labor social” pervierten un trabajo digno. Como al parecer los profesionales alternativos no tienen derecho a un salario digno cambian “cobro” (que solo merecen, al parecer, los profesionales académicos) por “asignación” o “voluntad” que acaba convirtiéndose en ridícula por no decir inexistente, abocando a estos trabajadores a la precariedad y miseria que, según parece, estas asociaciones quieren eliminar de la faz de la tierra.
Bonita e hipócrita forma de “luchar” contra la pobreza y precariedad laboral: generar trabajadores pobres y precarios que, encima, no tienen “derecho” a ver su labor como digna.
Comentários